Título : | Bifrost | Tipo de documento: | texto impreso | Autores: | Marcelo Damonte, Autor | Editorial: | Montevideo [Uruguay] : Irrupciones | Fecha de publicación: | 2017 | Número de páginas: | 166 p | Dimensiones: | impreso | ISBN/ISSN/DL: | 978-9974-7221-6-3 | Nota general: | LITERATURA URUGUAYA. NARRATIVA | Idioma : | Español (spa) | Clasificación: | U863 Narrativa Uruguaya | Resumen: | Todos los locos han venido a parar a este barco. Quién sabe cuál sea el motivo. Oswald es brasileño, aunque nunca dijo el lugar exacto de su procedencia. Lo encontramos en una isla de las tantas que brotan en la confluencia del río Negro con el Amazonas, cerca del puerto de Manaos, en ocasión de poner pie a tierra para conseguir unos troncos gruesos para reparar los postes que sirven de sostén al techo de la barcaza; estaba sentado en posición de loto, masticando pedazos de carne reseca.
No quería subir al barco, tenía los ojos rojos y mirada perdida en algún lugar ignoto, en otro planeta. El sol y el hambre habían hecho presa de él. Según oí que le confesaba a Ángela, había vivido entre los caribes y había probado la carne humana. Ese hombre delira permanentemente, de eso no cabe ka menor duda. No prueba bocado regularmente y casi no bebe agua. Habla muy poco, y cuando lo hace no cesa de repetir que quien come carne humana no necesita alimentarse por mucho tiempo.
|
Bifrost [texto impreso] / Marcelo Damonte, Autor . - Montevideo (Uruguay) : Irrupciones, 2017 . - 166 p ; impreso. ISBN : 978-9974-7221-6-3 LITERATURA URUGUAYA. NARRATIVA Idioma : Español ( spa) Clasificación: | U863 Narrativa Uruguaya | Resumen: | Todos los locos han venido a parar a este barco. Quién sabe cuál sea el motivo. Oswald es brasileño, aunque nunca dijo el lugar exacto de su procedencia. Lo encontramos en una isla de las tantas que brotan en la confluencia del río Negro con el Amazonas, cerca del puerto de Manaos, en ocasión de poner pie a tierra para conseguir unos troncos gruesos para reparar los postes que sirven de sostén al techo de la barcaza; estaba sentado en posición de loto, masticando pedazos de carne reseca.
No quería subir al barco, tenía los ojos rojos y mirada perdida en algún lugar ignoto, en otro planeta. El sol y el hambre habían hecho presa de él. Según oí que le confesaba a Ángela, había vivido entre los caribes y había probado la carne humana. Ese hombre delira permanentemente, de eso no cabe ka menor duda. No prueba bocado regularmente y casi no bebe agua. Habla muy poco, y cuando lo hace no cesa de repetir que quien come carne humana no necesita alimentarse por mucho tiempo.
|
|