TÃtulo : | La Carpera : Memorias de una prostituta rural | Tipo de documento: | texto impreso | Autores: | Silvia Soler, Autor | Editorial: | Montevideo [Uruguay] : Ediciones de la Banda Oriental | Fecha de publicación: | 2004 | Número de páginas: | 93 p | ISBN/ISSN/DL: | 978-9974-10-332-0 | Idioma : | Español (spa) | Resumen: | Durante más de veinte años Milka Silvera vivió de su oficio de prostituta itinerante. Empezó en ciudades y pueblos medianos, pero a medida que nuevos hábitos sexuales se incorporaron a la sociedad urbana, huyó hacia lo más tradicional del campo uruguayo. Era prostituta sÃ, pero nunca estuvo dispuesta a abandonar sus principios: no aceptaba ciertas prácticas eróticas. En las ciudades, el trabajo se volvió difÃcil. Por eso Milka buscó la clientela entre el paisanaje más aislado. Y se hizo carpera. Con el permiso del patrón de la estancia, levantaba la carpa a orillas de algún arroyo, a la espera de la peonada. Disfrutaba del aire libre, pero al mismo tiempo sentÃa la desprotección, y el sacrificio de pasar dÃas y noches a la intemperie. En todos esos años se sucedieron las parejas y los hijos_cuatro lograron criarse_ a los que dejó en manos defamiliares y cuidadoras amigas. La prostitución no le permitió ahorrar para la vejez. Hasta el 2000, iluminaba el rancho a farol por falta de dinero para la instalación de la lux eléctrica. Hoy, sobrevive de una pequeña jubilación, de las hortalizas que cultiva y de la confección de prendas artesanales en lana cruda de oveja. Se la ve como una abuela regordeta hilando la rueca en las siestas pueblerinas de Blanquillo. Su oficio fue dar amor a cambio de vintenes; ahora que el torbellino pasó, sus dÃas transcurren tranquilos entre plantas, perros y gatos, en el centro mismo del Uruguay rural.
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La Carpera : Memorias de una prostituta rural [texto impreso] / Silvia Soler, Autor . - Montevideo (Uruguay) : Ediciones de la Banda Oriental, 2004 . - 93 p. ISBN : 978-9974-10-332-0 Idioma : Español ( spa) Resumen: | Durante más de veinte años Milka Silvera vivió de su oficio de prostituta itinerante. Empezó en ciudades y pueblos medianos, pero a medida que nuevos hábitos sexuales se incorporaron a la sociedad urbana, huyó hacia lo más tradicional del campo uruguayo. Era prostituta sÃ, pero nunca estuvo dispuesta a abandonar sus principios: no aceptaba ciertas prácticas eróticas. En las ciudades, el trabajo se volvió difÃcil. Por eso Milka buscó la clientela entre el paisanaje más aislado. Y se hizo carpera. Con el permiso del patrón de la estancia, levantaba la carpa a orillas de algún arroyo, a la espera de la peonada. Disfrutaba del aire libre, pero al mismo tiempo sentÃa la desprotección, y el sacrificio de pasar dÃas y noches a la intemperie. En todos esos años se sucedieron las parejas y los hijos_cuatro lograron criarse_ a los que dejó en manos defamiliares y cuidadoras amigas. La prostitución no le permitió ahorrar para la vejez. Hasta el 2000, iluminaba el rancho a farol por falta de dinero para la instalación de la lux eléctrica. Hoy, sobrevive de una pequeña jubilación, de las hortalizas que cultiva y de la confección de prendas artesanales en lana cruda de oveja. Se la ve como una abuela regordeta hilando la rueca en las siestas pueblerinas de Blanquillo. Su oficio fue dar amor a cambio de vintenes; ahora que el torbellino pasó, sus dÃas transcurren tranquilos entre plantas, perros y gatos, en el centro mismo del Uruguay rural.
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